La voz, las habilidades para hablar y el sentido auricular juegan el papel más importante en nuestras comunicaciones con los demás. ¿Qué haríamos sin ellos? ¡Piensa en cómo serían nuestras vidas si no pudiéramos hablar ni oír! Puede parecernos casi imposible expresar nuestros pensamientos e ideas o compartir nuestros sentimientos, emociones y deseos con los demás. Sea como fuere, las personas con discapacidad auditiva aún pueden comunicarse con las personas que les rodean e incluso percibir sus emociones. Puede parecer increíble, pero es una realidad. Alguien me habló una vez de un experimento en el que dos personas intentaban comunicarse. Lo especial de esta interacción fue que uno de ellos, llamémosle Persona A, tenía una discapacidad auditiva. La pareja formada por la Persona A y la Persona B, estaban en la misma habitación, y mientras la Persona A tenía los ojos vendados, la Persona B leía una historia divertida que estaba llena de bromas, y luego otra tristemente trágica. Cuando les preguntaron que qué habían sentido, la Persona A fue sorprendentemente precisa, habiendo percibido algo alegre seguido de algo triste (recuerde, la Persona A tenía los ojos vendados para que no pudieran ver las expresiones de la Persona B y ser influenciados por ellos).
Un intento de rehacer el experimento con grabaciones de audio resultó infructuoso. Esta vez, la Persona A no pudo formarse una opinión sobre la carga emocional de las grabaciones.
Aunque los resultados del primer experimento habían sido sorprendentes, podríamos haber esperado que el segundo tuviera el mismo éxito. Pero al final del día, la persona A no podía percibir nada. Con base en este experimento, mi amigo planteó la hipótesis de que la voz humana producía no solo ondas sonoras, sino también un tipo diferente de onda que puede facilitar la transmisión de los sentimientos del hablante. Las personas con discapacidad auditiva perciben este tipo de onda diferente cuando se les habla, pero no pueden grabarse con dispositivos electrónicos, por lo que no pueden percibirse mediante grabaciones de audio. Si esta hipótesis fuera validada por experimentos adicionales, podría explicar por qué una obra de teatro es diferente de la versión televisada para la audiencia. Los espectadores en el teatro tienen emociones más intensas de las que tendrían si vieran una grabación de vídeo de la actuación. Esta suposición también podría explicar por qué el poder de influencia de la voz humana es mayor en la comunicación cara a cara que en las conversaciones telefónicas o por qué las conferencias impartidas en las aulas universitarias son más interesantes para los estudiantes que las versiones en línea.
¿Qué piensas de todo esto? ¿La diferencia radica en la voz o en la interferencia auricular? ¡Comenta, comparte tus argumentos y/o tus propios experimentos!
Memo